30 de enero de 2008

Víctima

Soy víctima y victimario, soy presa y cazador. Por la noche, vagando, hasta que encontré tu piel tersa, perlada por unas finas gotas de lluvia, que no logran apagar mi calor.

Nuevamente, como innumerables ocasiones he acudido a tí, la única que responde. Te enamoro con mentiras, palabras huecas y caricias frías. No te niegas, sé que nunca lo harás; no me digas lo que sientes, porque no lo realizarás, se esfumará como el cigarro que se extingue en el cenicero al pie de mi cama.

Una noche en la eternidad es la que paso. Tú te entregas, sin preguntar, sin siquiera saber en lo que terminará, aunque ya deberías. Las caricias aumentan, el calor se hace insoportable, tanto que estorba la escasa ropa que llevas puesta. El beso prolongado que sabe a mentira, que en vez de aminorar mi deseo lo eleva a condiciones sublimes, la eternidad, el corazón orgulloso, pero lleno de soledad.

Nos fundimos en un solo ser. Me hundo completamente en tu humedad, das muestras de asombro, de gusto, a pesar de que ya me conocías. Los recovecos de tu cuerpo embonan perfectamente en los míos, me encuentro bien en tus brazos, mas sabes que no puedo corresponder. La idea que tu tienes del amor dista mucho de lo que está pasando en este momento: puedo darte mi sudor, mi sexo, mis caricias, pero mi corazón pertenece a alguien más. No basta que digas que yo al igual no soy correspondido, ya lo sé, pero siempre he preferido un beso prolongado, aunque sepa que miente, aunque sepa que es falso.

Prolongo la noche lo más que pueda, porque sé que al terminar todo se irá. Mi soledad se transmuta en pasión por unas cuantas horas, todo mientras estoy contigo, dentro de tí. Las recetas de pasión son mi escape a mi condición, borrando esos perfiles que me traen tantos recuerdos de amores que se han quedado en el quizá. Terminó.

Te vas, me ves con esperanza, pero una vez más me he sumido en mis pensamientos, tomando nuevamente un cigarrillo y aspirándolo profundamente, puedes ver en mis ojos lo que estoy pensando. Esfúmante, ya volverá el momento de juntarnos nuevamente, la soledad ya es parte de mí.

15 de enero de 2008

Priscila

Este texto es de los primeros que alguna vez escribí. Estoy en una etapa en la que quiero reencontrar mis orígenes. Disfruten.

Deambulaba una vez más en ese antrillo de costumbre, con dos bebidas en la mano buscando a la próxima víctima de mis placeres. Entro y me encuentro con la gente de costumbre, mesas llenas de gente que nada más se ve la cara mientras vacían alegremente su estúpida botella de bacacho.
En las bocinas del lugar se oye a todo volumen la rola de Freak, de los buenos Silverchair... yeeeeeeah i'm a freak, se oye corear a las personas...

Moviéndome al compás de la canción me acerco a ella... la única a la que he querido conquistar y me he detenido, mientras en mi cabeza sigue retumbando la buena guitarra y la letra de la canción, muchas voces de mis demonios interiores me gritan: NO! NO!, mientras la contraria me da la razón. Sigo acercándome, pero me detengo ante un hecho inusitado: me esta mirando... y no es una mirada cualquiera, esa mirada me expresa tantas cosas, pero a la vez me dice que me aleje... tomo la iniciativa y le comparto mi buena copa de nada...

- Como te llamas? - pregunto al fin.

- Priscila, pero si me convences puedes llamarme como quieras.

La llevé a una esquina y desahogué todo lo que provocó esta frase, nos besamos apasionadamente y nos acariciamos de mil maneras, nuestros cuerpos se friccionaban y empezaba a encenderse la chispa de la pasión.

No tuve que decirle que nos fuéramos a otro lugar, ella lo entendió... me tomó de la mano y nos dirigimos a la entrada del lugar. Después de abordar mi auto que procuraba siempre tenerlo cerca de la entrada, la chispa se convirtió en una llamarada... todas esas promesas de amor de una noche se fundieron en caricias, besos, retozos, todo lo imaginable y falso de una pasión desenfrenada...

Llegamos a mi cubil... apenas pude abrir la puera y ya estaba sobre mí... con una habilidad que no había conocido con alguien más se despojó de sus ropas y a la vez me quitó las mías... nos quedamos completamente desnudos mirándonos el uno al otro, pensando en cual sería el siguiente paso...
Me acerqué a ella y la besé, y en ese beso nos fundimos en un solo mítico ser, esa noche éramos uno... hicimos de nuestra pasión una desenfrenada noche de amor pasajero... noche que disfrutamos al máximo...

Al día siguiente ya no estaba, solo dejó una nota con una de sus prendas... la nota era su teléfono...

Quién imaginaría que una noche de pasión englobaría tan poco y tanto a la vez?