11 de junio de 2008

Cigarrillos

Este es un pequeño ensayo que escribí para una clase en la Universidad, titulado Yo fumo, el fuma, yo soy libre, tu también. El tema es la libertad, enfocada principalmente al tabaquismo. Disfruten. Está abierto a discusión.

Estando en una clase en la universidad, alguno de los alumnos que estábamos ahí presentes reprendió o cuestionó al maestro por su hábito de fumar. En todo caso, a mi percepción no fue por el hábito, sino por los momentos que escoge para fumar, que son intervalos pequeños de clase, el inicio de la sesión o el final de la misma; ante tal aseveración que hizo mi condiscípulo, el maestro respondió algo que me llamó mucho la atención y que cito íntegramente: “no fumes, no tomes, no te desveles, no andes con mujeres fáciles, no tengas vicio alguno... y morirás muy saludable”.

¿Qué es la libertad? Tal vez muchas veces nos lo hemos preguntado, pues nuestra naturaleza humana nos manda ser curiosos, y estamos dotados de inteligencia precisamente para eso: para cuestionarlo, dudar y encontrar la verdad de todo lo que tenga certeza alguna o que pueda ser catalogado como tal. Respondamos primeramente a la pregunta con la siguiente definición: “la libertad es un instrumento de la voluntad natural que permite la elección de medios para alcanzar la felicidad, que es el fin último del hombre”. ¿Qué podemos observar en esta respuesta? De manera concreta sólo dos cosas: una, que la libertad es un instrumento, y como instrumento sirve a fines propios; dos, que la felicidad es el fin último del hombre, felicidad que puede ser atribuida tanto a realización personal, acumulación de bienes materiales, o metas tan pequeñas como las de empezar un negocio propio, aprender a manejar, saber tocar algún instrumento, etc.

Ahora bien, entendiendo la libertad como instrumento para alcanzar la felicidad, podemos inteligir que si la tomamos como herramienta, encontraremos que tenemos dos variantes: tanto nos puede ayudar como nos puede destruir. ¿Por qué aseverar que destruye? Recordemos y reconozcamos que, como toda herramienta, si no se usa de manera adecuada representa un riesgo para la persona que la utiliza, pues todos, o la gran mayoría que se conciba a si mismo como un ente pensante y tenga tres dedos de frente, sabemos que, usando de manera incorrecta un encendedor podemos terminar quemándonos la mano. La herramienta de la que se vale la libertad (al ser esta también una herramienta, llamémosle por consiguiente a la que sigue complemento, o usando un anglicismo, un plug-in) es la decisión: decisión es la contemplación de dos o más opciones, dos o más caminos, dos o más marcas de ropa; después de la contemplación pasamos a la elección, y la elección es el fin último de una decisión.

No podemos decidir si no somos libres, no somos libres si no tenemos la capacidad de decidir. A esto respondería mi buen amigo Sartre con algo como: 'estamos condenados a decidir', esta decisión nos exige ser lo que somos y manifestar nuestra esencia: ser humanos.

De esto precisamente estoy apunto de hablar, de la decisión. Cuando hablamos de un fumador precisamente lo primero que se piensa es en un vicioso, no necesariamente en la concepción ortodoxa que se tiene del mismo, la cual es alguien desaliñado, con pinta de delincuente, probablemente adicto a alguna sustancia tóxica. Exactamente esta postura deseo abordar: el vicio. Estamos de acuerdo en algo: un vicio no puede ser obligado, a menos de que existan circunstancias extremas como en la segunda guerra mundial, en la que los alemanes hacían adictos a la heroína a todos sus prisioneros de guerra; bajo este supuesto presento lo siguiente: el vicio se toma, mas no se induce, ¿qué busco con esto? Sencillo: NADIE de las personas que fuma, fuma por obligación o empezó a hacerlo bajo presión. A este punto ha de surgir en el lector el supuesto de que existe una presión social o de marketing hacia que la persona fume, le puedo contestar que eso no es cierto y lo demuestro con lo siguiente: observe algún anuncio de cigarrillos, ya sea Marlboro, Lucky Strike o cualquier otro que tenga avisos en la vía pública; ahora pregúntese: ¿observa a alguna persona fumando o en actitudes de que fumar es una obligación? Puedo asegurar que su respuesta es negativa. El creciente número de fumadores se debe simple, sencilla y llanamente a la capacidad de elección, que tenemos todos los seres humanos, pues de poner un ejemplo, el primer paso para que yo empezara a fumar es que me entrara la curiosidad, puesto que mi padre fumaba, por lo que yo decidí probar en vez de que me contaran.

Asimismo, yo tomé una decisión, el vecino que fuma realizó la misma acción, todas las personas que tenemos un cigarrillo prendido en este momento decidimos, elegimos hacerlo, ¿y por qué? Porque tenemos la libertad de hacerlo o no. Aquí entra algo muy interesante: como toda decisión y como buen uso de la libertad, toda elección conlleva unas consecuencias, ya sean positivas o negativas. Con consecuencias relacionadas a este tema me refiero a las repercusiones sociales que tiene la imagen de un fumador activo. Por mencionar algunas se tiene la de que tienen “mal olor”, la pérdida de pulcridad podrían decir algunos, incluso la pérdida de algunas amistades, pues hay ciertas personas que no toleran a los fumadores, ya me ha tocado querido lector. Entre las demás consecuencias que podemos encontrar están las de la salud: yo, al ser una persona libre y consciente de mi libertad, estoy aceptando, por el simple hecho de fumar, consecuencias tales como posible cáncer o enfisema pulmonar, tos recurrente, falta de aire, pérdida de condición física y demás enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Pero he aquí el punto del presente ensayo: al igual que una persona puede elegir casarse joven, permanecer virgen hasta el matrimonio, no tener hijos, no cortarse el cabello, hacerse un piercing... todo esto, igual que esa gente, el fumador tiene la libertad de tomar una decisión, por más mal vista que sea por la sociedad en general; simplemente, en sentido estricto, aunque sea un daño a largo plazo de la persona, nadie puede influir en la libertad de los demás.

Continuando, ¿cúantos millones de personas mueren cada año por causa del tabaquismo? Serán millones, miles, cientos o decenas, el punto es que mueren. He de decir, querido lector, que a este punto la naturaleza humana se me hace un tanto graciosa: el asunto es que nos estamos preocupando últimamente por cosas que muchos sectores de nuestra sociedad ven como conductas 'malas' o de vicio, como el tabaquismo. Misteriosamente, estas condiciones a veces son más sonadas o renuentes que asuntos de mayor cuidado y que merecen mayor atención. Estoy de acuerdo que la base para que una sociedad es la educación, pero anuncios como los de “fumar mata” de la secretaría de salud, en vez de enseñar algo, recurren a la satirización o, mejor dicho, satanización de las condiciones humanas: libertad, elección y que cada quien haga lo que quiera. Las leyes nos protegen de ser libres de hacer lo que queramos con nuestro cuerpo, exceptuando el atentado directo contra nuestra vida. Aquí el lector se estará haciendo la pregunta: ¿y el tabaquismo no es un atentado directo contra la vida? No mi querido lector, el tabaco no mata, mata lo que causa el consumirlo. Al fin y al cabo no nos podemos meter en términos médicos y filosóficos de que es el suicidio, prosigamos con el desarrollo de las cuestiones.

Ahora bien, muchas personas me han comentado en sendas ocasiones, sobre todo cuando estoy fumando, cosas como: “invades mi espacio personal” o “respeta mi decisión de no fumar”. Varias veces he respondido, siempre de una manera amable y educada, que mi decisión de fumar no influye en nada el hecho de que ellos no fumen. Sencillamente compruebo esto con lo siguiente: si estamos en un lugar común, poniendo un burdo ejemplo, las afueras de la cafetería central, yo prendo un cigarro y a la persona de la mesa siguiente no le agrada el humo del cigarro y me pide que lo apague poniendo por delante que invado su libertad de no fumar, simplemente no estoy invadiéndola, pues tan libre soy yo de fumar como ella de ocupar espacios en los que esté prohibido fumar. Puede sonar esto algo rudo, tal vez un poco grosero, pero si nos atenemos a la libertad misma, encontraremos este supuesto como válido. Ahora, los espacios reservados para fumadores no fueron creados con el afán de prevenir el consumo pasivo, no fue así, fue precisamente para evitar conflictos como el que tal vez hubiera causado si la situación hipotética que yo planteé hubiera sucedido. Así es, los espacios en los que está prohibido fumar son por lo general lugares cerrados inclusive si están bien ventilados, pero esto no tiene mucho que ver, pues si nos hemos dado cuenta, al estar en un salón repleto de personas, en el cual el aire no circula adecuadamente, el aire mismo se empieza a viciar produciendo somnolencia y, en algunos casos, jaquecas, este es más o menos el efecto que produce el humo del tabaco en un espacio cerrado. Supongamos un antro, por lo general lo único que se ve es una densa nube de humo, el cual es mezcla de las máquinas que lo producen y de los fumadores; en estos espacios no se prohíbe no porque esté aceptado, sino porque, si establecemos una relación económica o de gusto entre los fumadores, una copa rara vez no va acompañada de un cigarro.

Asimismo, dudo mucho que nos hayamos preguntado alguna vez si no existe algún producto de consumo humano que sea igual de dañino si se consume en exceso y que pase totalmente desapercibido. Esta pregunta muchas veces ha atacado mi mente, no necesariamente porque me preocupe por el número de muertes o por conocer productos de los cuales me tenga que cuidar. Todos sabemos que el alcohol en exceso causa cirrosis o borracheras interminables, el cigarro causa enfisema pulmonar... curiosamente hay otro producto que es dañino para la salud, muchos los consumimos y en realidad no nos damos cuenta de que también es peligroso: el queso. Tomando como ejemplo cito una cinta cinematográfica que se proyectó en nuestro país en meses pasados: “Tomando un ejemplo: los quesos de West Virginia son altos en colesterol, y esto ha causado numerosas muertes, ¿por qué sólo la industria tabacalera debe pedir perdón por toda la gente que, al igual que las personas que, por elección propia, consumen queso y mueren producto de sus consecuencias?”. ¿Sabía eso?, yo no. Ahora que conocemos uno de esos productos hemos de preguntarnos: ¿tenemos que condenar el consumo de todos los productos que, a largo plazo, producen daños a la salud humana? ¿Tenemos que dejar pasar desapercibido los riesgos que representan los que conocemos y los que no conocemos? Intentaré dar una respuesta de la siguiente manera: al parecer estaremos de acuerdo en que lo peor que le puede pasar a una sociedad es el olvido; olvido no sólo de la sociedad, de las personas, de las acciones, sino de actitudes de la sociedad, con actitudes me refiero a toda la serie de eventos que han surgido para condenar a las industrias tabacaleras por el producir, manufacturar y comercializar una fuente de miles de muertes cada año solamente en nuestro país; ante la cuestionante anterior, yo creo que deberíamos no ignorar y tratar de concientizar a la gente. No digo que se restrinja el consumo de tabaco, sino que en vez de hacer campañas publicitarias que lo condenen, mejor que informen, para así no meternos, ahora sí, con la libertad de los demás.

Concluyendo el presente ensayo, extiendo una invitación a todas las personas a las que les sea extensivo el presente trabajo: no dejemos que nuestros prejuicios y la mentalidad social nublen nuestro juicio. Dejemos de observar a personas que se matan a diario, personas que para ciertos ojos no merecen la vida que tienen puesto que, aunque saben que van a morir, aceleran ese encuentro con el ser del más allá. Propongo que empecemos a crear una cultura del respeto, de la tolerancia y de dejar de etiquetar a las personas y las acciones en que las mismas incurren. Siguiendo haciendo mi invitación, a dejar en paz, si eres de esas personas, a ese amigo tuyo que fuma, total, el es el que se está acabando sus pulmones, el tomó la decisión, aceptó las consecuencias y las afrontará cuando llegue el momento.

También quisiera extender una recomendación a aquellas personas que fumamos: no nos sintamos cosa del otro mundo, no es la primera vez que a alguien se le critica por sus hábitos. Sintámonos orgullosos de que tomamos una decisión y tengamos el valor de afrontar las consecuencias de haber elegido libremente cuando llegue el momento de hacerlo. Si eres una de esas personas que ya decidió, está conforme con la misma, no está influida de ninguna manera y está pleno, pues cree que le ayudará a alcanzar su fin último que es la felicidad: fume, si no sabe, pregúnteme como.

3 de junio de 2008

La despedida

Personas van, personas vienen. Se acaba la primera canción, inevitablemente viene la segunda. El mariachi no para de tocar hasta que su hora pagada termine. Todo lo que sube, tiene que bajar.

Verdades inevitables, moldeables a la situación, son las que marcan la existencia de las personas. El poder alejarte de una persona, ser capaz de decir adiós en vez de un hasta luego. Cerati dice: "poder decir adiós es crecer", la vida dice: no poder decir adiós crece los egos, aumenta el dolor y continua la mentira.

Te retiras lentamente de ese lugar en el que te citaron, solamente para encontrarte con que el hecho de que te hayas despedido no va a separararte por completo de ella. Constantemente buscas y encuentras razones para buscarle, para seguir hablando de ella, para amarla. Pretextos son, pretextos serán, en una disque razón se quedará. La peor manera de esconderte es pretender que todo está bien, sobre todo cuando tienes los elementos para hacer que todo realmente se encuentre bien. El cuentista que reside en tu cabeza no para de hablar, sencillamente porque te hace sentir bien, no te hace estar bien.

Cuentista implacable, eso es lo que hace la conciencia. La rutina hace sombra a las pupilas que se cierran a los disfrutes que nos quedan: encerrarte en lo de diario, en lo clásico. Cómoda posición, cobarde hacia la vida. Los cambios constantes son los que hacen que el mañana sea emocionante y el ayer sea atesorado. La vida da vueltas, y da muchas sorpresas: un adiós es uno de ellas.

30 de abril de 2008

Finales

¿Cuándo fue la última vez que disfrutaste el momento?

Pregunta eterna que azota mi cabeza. Después de un largo tiempo pretendiendo, acercándome, intentando llegar a tí, no puedo hacer otra cosa más que preguntar cuándo fue la última vez que disfruté estar contigo. No sé si fue aquella vez que, por vez primera, me dijiste "te quiero". Estoy entre decidir la ocasión en que me contuve las ganas de besarte. Quizá fue el momento en el que busqué tu mano, y no la retiraste. No lo sé.

Recuerdo a la perfección la primera vez que pusiste tu brazo alrededor de mi cuello. Me paralicé. No creí que tan pronto ya haya creado una conexión de cariño contigo, apenas te iba conociendo, empezaba a desear estar contigo. Impulsos que me llevaron a llegar a tí, a conocer las maravillas que engloban tu persona, a querer ser parte de tu mundo. Quizá lo logré, la experiencia me dice que sí, pero la práctica desecha esa teoría constantemente. Tener en cuenta lo que se está dispuesto a perder antes de empezar, lo perdí, y sigo perdiendo, hasta que no quede nada.

Prefiero no tenerte a saber que no te tengo por completo.

27 de marzo de 2008

Memorias de un Soñador

A petición de Jorge, digitalizaré este pequeño cuentito, el primero que escribí. Notarán la evolución en mi escritura. Disfruten.

Día 1:

Hoy no pude evitarlo, te tuve enfrente y no pude esconder lo que emana cada célula de mi ser, hoy, hoy tuve que amarte.
Hoy te amé como nunca, pensé que tú eras la razón para seguir, creí que tú eras lo que mi corazón anhelaba; quise creer que no había cielo ni infierno, que el premio más grande era tu presencia y que una caricia tuya era lo que tanto deseaba, que un beso podía significar más que mil palabras, que el dolor ya no existía y se desvanecía como un mal recuerdo.
Pero la realidad es otra. Hoy, no tengo nada qué decir pero mi boca está abierta, el dolor es cada vez más real; hoy, el infierno se manifiesta en mis ojos; hoy, una lágrima nacida en el nido de mis ojos resbaló destellante y humedeció mi corazón anhelante. Hoy sentí como mi sonrisa se transformaba en amargura, como todo mi odio crecía cada vez más, vi cómo mi corazón se desgarraba y caía hecho trizas... hoy mataste una ilusión.
Heme aquí, escribiendo todo lo que me causaste, pero caigo en cuenta que todo es tragedia, que al sol le cuesta mucho salir, que mi día es totalmente gris y no para de llover, y sólo levanto la vista para ver que te vas, y junto contigo se va mi mente.

Día 2:

Este dolor es real, las heridas no parecen sanar, hay muchas cosas que ni el tiempo borrará...
Me puse el abrigo, tomé la navaja y salí dispuesto a matar. Mi primera víctima fueron mis ilusiones, que se desplomaron a la primera embestida; la siguiente víctima fue tu recuerdo, pero ese opone resistencia, y parece no tener fin, se asemeja a las cicatrices que no se borran.
Mi mente regresó, pero la dejé ir de nuevo, pues ella todavía no debe morir.
Mis gritos silenciosos son escuchados por los sordos, y hasta los mudos cantan mi dolor, los ciegos me ven con lástima y desprecio, los inválidos corren al verme llegar.
Los sueños que alguna vez perseguí ya huyeron de mi alcance, y sólo se escucha el eco de sus risas...
Dejo el asesinato por un tiempo y vuelvo a recordar.

Día 3:

La herida no deja de sangrar.
Rostros fugaces me quieren arreglar, pero yo los alejo alegando que no estoy roto, siendo que todo mi ser está esparcido por el suelo.
Volví a salir, y la víctima que cayó ante mi embestida creí que era el motivo de mi dolor, tenía sus ojos, su cabello, y hasta esa sonrisa irónica que me parte el corazón, toma lo que queda y lo pulveriza. Pero al ver el cadáver, al mirar sus ojos, me di cuenta de que la reflejaba, con su diestra ensangrentada y un semblante de satisfacción. Bajé la vista y ví mi navaja clavada en mi pecho, llena de sangre y olvido, fue cuando desperté y me di cuenta de que para matar tu recuerdo tengo que morir yo con él, pues no puedes matar algo que morirá contigo.

Día 4:

Mi sombra ha hablado con mi alma; me pregunto si seguirá viva. Lo único que alcancé a oír de su infame plática fue: "me ha condenado al silencio".
¿Cómo he de explicar lo inexplicable, sin arrojarme a un pozo donde me entierro solo?, ¿por qué uso como anillo el miedo a vivir?, ¿por qué me he rehusado a sonreír?, ¿por qué he de vivir en el "no pasa nada" siendo que todo va mal?, ¿por qué jugué sabiendo que iba a perder?, sencillamente, ¿por qué sigo vivo?

Día 5:

Mi odio se manifestó con todo su esplendor...
La sangre ha dejado de manar, pero no porque la herida haya sanado, sino porque mi cuerpo está seco, ya no hay nada en mí.
Quise gritar, quise llorar, y la tierra sucumbió ante mi desgracia... le tuve miedo a la victoria siendo que nunca la he saboreado, aposté todo a tu favor y me perdí.
Quisiera estar en mi lecho de muerte, rezando como pagano a cualquier dios o ángel, rogando que me lleven a ese lugar donde no hay penas, no hay dolor, donde no existas tú.
Quise ser comprendido, y lo que recibí fue lástima; quise ser apreciado, y todos y todo me desprecian. Todavía siento la punzante herida del puñal que has clavado en mí, y aún no me siento morir.

Día 6:

Heme aquí de nuevo, y por última vez, pues he dejado a mi mente divagar y siento que ya no regresará.
Salgo de mi prisión y elevo mi vista hacia la gran bóveda celeste, y observo que aunque ha parado de llover, el cielo sigue gris.
Camino y me doy cuenta de que a cada paso, mi sombra se burla de mí, todo lo que me rodea me señala y suelta sonoras carcajadas.
Llegué a lugar de sombras, y ahí encontré mi mente, tan ávida y pasiva. Le ordeno que regrese.
- Cometiste un error al dejarme volar, pero fue más grande el haberla dejado entrar a ella.

Día 7:

Las palabras de mi mente siguen resonando duramente en mi interior, y sigo sin comprender cómo pude pensar que podía estar contigo.
Mi mente aún no regresa.
Me miro al espejo, y la imagen me grita, me repudia, me odia, me injuria, me mata y me hiere de mil maneras al igual que el dolor que sigue taladrando lo que queda de mi corazón. Por un momento las injurias se detienen, y algo brilla mientras se resbala por mi mejilla, tiñiendo de dolor mi pulsante olvido, y, en ella, veo todas mis ilusiones, destellando las aspiraciones que alguna vez tuvo mi corazón, el cual se seca por completo y se desmorona, al rodar de esta mítica lágrima.

Al fin, muero, y olvido.

25 de marzo de 2008

Hoy Tuve Sexo

Si más no recuerdo, este texto lo escribí para la clase de Ética, Identidad y Profesión. Se pidió que retratáramos una situación en la cual entrara la ética o moral de cada quien. Según yo, si está claro. Espero lo disfruten.

- Hoy tuve sexo.

Ataqué con esta pregunta la mirada que dirigían mis padres al pedirles un poco de su atención. Tomé la decisión de decirlo después de darle vueltas y vueltas en mi cabeza. Dejé de jugar con mi comida y por fin ataqué el frente que me acechaba.

- Hoy tuve sexo.

Insistí de nuevo. Nada sucedió. Sólo un momento después mi padre intentaba controlar a mi madre que en ese momento empezaba a sollozar descontroladamente. Intentando en vano calmar a mi convulsiva madre, mi padre se acercó a mí y me propinó tremendo bofetón que casi me hace terminar en la pared del otro lado.

- ¡¿Cómo te atreves a tratar ese tema en la mesa?! – estas palabras salieron de la boca de mi padre más como un volcán en erupción que como lo que realmente era: un reclamo. Simplemente no puedo creer que mi propia hija haya sucumbido ante los placeres de la carne. ¡Piénsalo!: nosotros que te hemos dado la mejor educación cristiana, las mejores escuelas, una vida digna, ¿puedes vivir como una mujerzuela y tirar por la borda todo lo que tu madre y yo hemos tratado de enseñarte?
- Eres una cualquiera – oí que sollozó por fin mi madre. No mereces llamarte señorita, estás probando cosas que no te corresponden. No creas a esa juventud que dice que el sexo no tiene nada de malo, pues ese no es un placer, es sólo la manera que dios nos dio para que sigamos viviendo. No puedo creer que alguien que salió de mis entrañas tire los principios que tan encarnizadamente he intentado de conservar en ella. Mi hija, mi niña, presa de los placeres mundanos.

No pude resistir ni un momento más los embates de mis padres. Opté por abandonar la escena y me dirigí a casa de mi mejor amiga.

Mientras recorría las calles que me separaban de mi amiga iba pensando: ¿será verdad lo que mis padres han dicho?, ¿he traicionado mis principios?, ¿no soy lo que soy? ¿soy alguien que no debo ser?. Todas estas preguntas invadían mi cabeza, la asaltaban y no la dejaban ni un solo momento tranquila.

Por fin llegué a mi destino, saludé como de costumbre a sus padres y subí a su recamara.

Nos saludamos como siempre, y afirmé antes de que pudiera decir nada:

- Hoy tuve sexo.

Ella sólo se quedó mirándome incrédula. No podía creer lo que acababa de decirle, eso que volvió locos a mis papás y que, al parecer, no tendría una reacción favorable en mi compañera de andadas.

- No lo puedo creer, ¿tú?, ¿la puritanita niña de los cristianos más arraigados del pueblo? – articulaba estas preguntas como si estuviera ante un espíritu, con la voz temblorosa, presa de emoción. ¿Te gustó? Cuéntame, ¿con quién lo hiciste?, ¿cómo fue?, ¿de verdad duele?.

Me atacó con un sin fin de preguntas, sin siquiera preguntar el como me siento ante la decisión que tomé, en qué quedó mi libertad, en qué queda el libre albedrío que se supone que el ser supremo nos otorgó. El haber vivido mi libertad por una sola vez. Todo eso que tuve que pasar para tomar la decisión de hacer uso de mi libertad y de todo eso que la naturaleza me ha dado. Todo eso que ha sido despertado junto con mi crecer biológico. El placer que tanto vi prohibido.

Al no tener respuesta alguna con mi amiga y no dispuesta a responder preguntas de una adolescente morbosa que en vez de ayudar quiere aumentar su curiosidad y calmar su hambre de morbo, doy media vuelta y regreso a mi casa, presa de una confusión enorme. Regreso, sigo pensando y doy vueltas en mi cabeza al asunto. Busco una respuesta, una respuesta a lo que acabo de hacer, no sé por qué no encuentro la respuesta, sólo pido eso: ¡una simple respuesta!

Llego a mi casa, ni siquiera veo a mis padres, subo intrépidamente a mi recámara, a mi santuario personal y sagrado. Me veo al espejo, mi rostro refleja mi duda, en mis ojos se puede ver todo lo que dentro de mí está pasando.

- Hoy tuve sexo – me confesé a mí misma.

Tuve mi respuesta, recordé la costumbre de recopilar frases y anotarlas en la pared de mi cuarto a manera de recuerdos. Volteé y una frase saltó a mis ojos a manera de la respuesta que tanto anhelaba:

Lo humano no avergüenza.

24 de marzo de 2008

Remembranza

De la sombra del espacio que se crea entre el olvido y el no me acuerdo, es de donde surge la figura de un hombre. En su caminar se ven reflejadas todas las situaciones que ha tenido que pasar para poder llegar hasta aquí: su caminar lerdo sugiere que ha envejecido, que ya es una persona que tuvo que pasar por un proceso de maduración un tanto doloroso; camina erguido, altivo, dejando por un lado la soberbia, su caminar tan alto es por el orgullo que se refleja. Su rostro, cruzado por algunas cicatrices, está coronado por una maraña de cabello largo, motivo por el cual, sus facciones quedan un poco difuminadas, pero aún así se puede ver que en sus ojos, negros como la noche, se reflejan todas sus vivencias: brillan, echan chispas de furor, esperando llegar a su tan deseado destino.

Detrás de el, las sombras parecen desaparecer. Algunos dirían que los fantasmas de su pasado por fin dejan de asediarlo. Sigue caminando, la claridad parece más latente, su paso firme se oye en la acera. Aún no hay nadie quien lo vea, nadie que lo espera, aún así murmura su nombre, con una voz tan baja que solamente el corazón podría escuchar. Prosigue su camino, silenciosamente, solamente acompañado por el compás unísono de sus pasos. Las imágenes detrás de él parecen mas claras: todo el negro que dejó el amor mal logrado se va enjuagando lentamente, dejando entrar una luz que, aunque tenue, ilumina su camino. Todos esos recuerdos que tanto mal le hacían, se quedan en el lugar de donde viene, donde tuvo que acudir para poder limpiarse.

Llega a su destino, le espera una mujer. Responde al susurro que viene repitiendo. Le rodea el cuello con sus brazos, se funden en un abrazo, en el cual ella entiende sus razones, y el comprende la espera por la que ha tenido que pasar. Finalmente, todas las pruebas, todas los sinsabores se van disipando ante esta, su tan esperada dulzura. No se dicen nada, solamente se dedican a sentir nuevamente su proximidad. Los corazones son los que se hablan.

Por fin entendió que tuvo que abandonar todo, dejar lo que le detenía de reencontrarse a sí mismo, para poder luchar por lo que quiere. Finalmente lo tiene. Cierran su entendimiento, con un te quiero, al unísono.

6 de marzo de 2008

Asumiendo

La noche se ha hecho larga y eterna, el aire frío no para de manar por la calle, entrando furtivamente por mi ventana y revolviendo las cenizas que quedan de mi último cigarrillo. Repaso una y otra vez las líneas que acabo de encontrar en ese pequeño instrumento que yo suelo llamar mi santuario, unas líneas que esperé durante mucho tiempo, y ahora que las tengo, no sé interpretarlas.

Así como la tierra da vueltas alrededor del sol, la idea de que todo lo que haya hecho tenga una reacción en mi tiene una traslación que me mantiene despierto por las noches, fumando sin cesar, ingiriendo copas imaginarias de alcohol para poder nublar un poco mi mente y dejar de pensarte por unos momentos. Me obsesiona la idea de saberme un poco más cerca de tí, pero esos renglones no ofrecen la explicación que vengo buscando desde hace mucho tiempo.

Nunca he sabido predecirte, y hoy no es la excepción; siempre he querido los motivos que te empujan a actuar como lo haces cuando estás cercade mí, pero una vez más no los conoceré el día de hoy. Con simples dos palabras pudiste derrumbar el poco de calma que me quedaba, con unos cuantos renglones pusiste a mi corazón nuevamente a trabajar.
No niego que me reviviste, pero a la vez de que me volviste a la vida, volviste a abrir la herida.

Lo que hoy me empuja es la vaga ilusión que tenía desde un principio, es lo que me mantiene en el camino, y hasta cierto punto es mi alimento en estos tiempos en los que escasean los sueños. ¿Alejarme?, no lo creo. Vivo esperando el momento en el que pueda estar lo suficientemente cerca de ti como para poder repetirte todo esto, sin tener que sentir vergüenza alguna.

Una y otra vez las leo, aún no te entiendo.

30 de enero de 2008

Víctima

Soy víctima y victimario, soy presa y cazador. Por la noche, vagando, hasta que encontré tu piel tersa, perlada por unas finas gotas de lluvia, que no logran apagar mi calor.

Nuevamente, como innumerables ocasiones he acudido a tí, la única que responde. Te enamoro con mentiras, palabras huecas y caricias frías. No te niegas, sé que nunca lo harás; no me digas lo que sientes, porque no lo realizarás, se esfumará como el cigarro que se extingue en el cenicero al pie de mi cama.

Una noche en la eternidad es la que paso. Tú te entregas, sin preguntar, sin siquiera saber en lo que terminará, aunque ya deberías. Las caricias aumentan, el calor se hace insoportable, tanto que estorba la escasa ropa que llevas puesta. El beso prolongado que sabe a mentira, que en vez de aminorar mi deseo lo eleva a condiciones sublimes, la eternidad, el corazón orgulloso, pero lleno de soledad.

Nos fundimos en un solo ser. Me hundo completamente en tu humedad, das muestras de asombro, de gusto, a pesar de que ya me conocías. Los recovecos de tu cuerpo embonan perfectamente en los míos, me encuentro bien en tus brazos, mas sabes que no puedo corresponder. La idea que tu tienes del amor dista mucho de lo que está pasando en este momento: puedo darte mi sudor, mi sexo, mis caricias, pero mi corazón pertenece a alguien más. No basta que digas que yo al igual no soy correspondido, ya lo sé, pero siempre he preferido un beso prolongado, aunque sepa que miente, aunque sepa que es falso.

Prolongo la noche lo más que pueda, porque sé que al terminar todo se irá. Mi soledad se transmuta en pasión por unas cuantas horas, todo mientras estoy contigo, dentro de tí. Las recetas de pasión son mi escape a mi condición, borrando esos perfiles que me traen tantos recuerdos de amores que se han quedado en el quizá. Terminó.

Te vas, me ves con esperanza, pero una vez más me he sumido en mis pensamientos, tomando nuevamente un cigarrillo y aspirándolo profundamente, puedes ver en mis ojos lo que estoy pensando. Esfúmante, ya volverá el momento de juntarnos nuevamente, la soledad ya es parte de mí.

15 de enero de 2008

Priscila

Este texto es de los primeros que alguna vez escribí. Estoy en una etapa en la que quiero reencontrar mis orígenes. Disfruten.

Deambulaba una vez más en ese antrillo de costumbre, con dos bebidas en la mano buscando a la próxima víctima de mis placeres. Entro y me encuentro con la gente de costumbre, mesas llenas de gente que nada más se ve la cara mientras vacían alegremente su estúpida botella de bacacho.
En las bocinas del lugar se oye a todo volumen la rola de Freak, de los buenos Silverchair... yeeeeeeah i'm a freak, se oye corear a las personas...

Moviéndome al compás de la canción me acerco a ella... la única a la que he querido conquistar y me he detenido, mientras en mi cabeza sigue retumbando la buena guitarra y la letra de la canción, muchas voces de mis demonios interiores me gritan: NO! NO!, mientras la contraria me da la razón. Sigo acercándome, pero me detengo ante un hecho inusitado: me esta mirando... y no es una mirada cualquiera, esa mirada me expresa tantas cosas, pero a la vez me dice que me aleje... tomo la iniciativa y le comparto mi buena copa de nada...

- Como te llamas? - pregunto al fin.

- Priscila, pero si me convences puedes llamarme como quieras.

La llevé a una esquina y desahogué todo lo que provocó esta frase, nos besamos apasionadamente y nos acariciamos de mil maneras, nuestros cuerpos se friccionaban y empezaba a encenderse la chispa de la pasión.

No tuve que decirle que nos fuéramos a otro lugar, ella lo entendió... me tomó de la mano y nos dirigimos a la entrada del lugar. Después de abordar mi auto que procuraba siempre tenerlo cerca de la entrada, la chispa se convirtió en una llamarada... todas esas promesas de amor de una noche se fundieron en caricias, besos, retozos, todo lo imaginable y falso de una pasión desenfrenada...

Llegamos a mi cubil... apenas pude abrir la puera y ya estaba sobre mí... con una habilidad que no había conocido con alguien más se despojó de sus ropas y a la vez me quitó las mías... nos quedamos completamente desnudos mirándonos el uno al otro, pensando en cual sería el siguiente paso...
Me acerqué a ella y la besé, y en ese beso nos fundimos en un solo mítico ser, esa noche éramos uno... hicimos de nuestra pasión una desenfrenada noche de amor pasajero... noche que disfrutamos al máximo...

Al día siguiente ya no estaba, solo dejó una nota con una de sus prendas... la nota era su teléfono...

Quién imaginaría que una noche de pasión englobaría tan poco y tanto a la vez?