6 de marzo de 2008

Asumiendo

La noche se ha hecho larga y eterna, el aire frío no para de manar por la calle, entrando furtivamente por mi ventana y revolviendo las cenizas que quedan de mi último cigarrillo. Repaso una y otra vez las líneas que acabo de encontrar en ese pequeño instrumento que yo suelo llamar mi santuario, unas líneas que esperé durante mucho tiempo, y ahora que las tengo, no sé interpretarlas.

Así como la tierra da vueltas alrededor del sol, la idea de que todo lo que haya hecho tenga una reacción en mi tiene una traslación que me mantiene despierto por las noches, fumando sin cesar, ingiriendo copas imaginarias de alcohol para poder nublar un poco mi mente y dejar de pensarte por unos momentos. Me obsesiona la idea de saberme un poco más cerca de tí, pero esos renglones no ofrecen la explicación que vengo buscando desde hace mucho tiempo.

Nunca he sabido predecirte, y hoy no es la excepción; siempre he querido los motivos que te empujan a actuar como lo haces cuando estás cercade mí, pero una vez más no los conoceré el día de hoy. Con simples dos palabras pudiste derrumbar el poco de calma que me quedaba, con unos cuantos renglones pusiste a mi corazón nuevamente a trabajar.
No niego que me reviviste, pero a la vez de que me volviste a la vida, volviste a abrir la herida.

Lo que hoy me empuja es la vaga ilusión que tenía desde un principio, es lo que me mantiene en el camino, y hasta cierto punto es mi alimento en estos tiempos en los que escasean los sueños. ¿Alejarme?, no lo creo. Vivo esperando el momento en el que pueda estar lo suficientemente cerca de ti como para poder repetirte todo esto, sin tener que sentir vergüenza alguna.

Una y otra vez las leo, aún no te entiendo.

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