20 de mayo de 2009

Vagando por la vida.

Solía tener la costumbre de recorrer lugares algo concurridos en busca de una historia que pudiera llenar el espacio que tengo como bitácora personal. La vida de sofá se torna aburrida, y la blogósfera está plagada de espacios de vómito mental y tarugadas. Le quise dar un giro inesperado a ese pequeño espacio buscando no estancarme en las líneas de siempre. Por eso, me encuentro un muy bien tramo lejos de ese sofá en el que mis manos hablan. Siguiendo esa costumbre, camino, con mi morral, audífonos y un cigarrillo encendido, observando mi alrededor.

Básicos para salir en estos viajes son los cigarrillos: a pesar de que me quitan minutos de vida y en ratos dejan asqueada mi boca, son un buen matatiempos. En el morral no pueden faltar la libreta, la pluma -bien dicen por ahí, si no confías en tu cabeza, anótalo en tu mano-, una botella con agua, el reproductor mp3 genérico intercambiable -no estamos de modo de poseer un ipod- junto con algo con qué encender los cigarrillos y una que otra chuchería que voy adquiriendo en mis jornadas. Ropa cómoda según el clima y ánimos de tener la posibilidad de perderse.

Precisamente hoy es uno de esos días, de los buenos. Acabo de recorrer el tramo que va desde la Plaza de la Liberación hasta el Cabañas, de ida y vuelta. Me detengo a comprar un refresco en una de esas cadenas que parece que será una de las grandes herencias que les dejaremos a futuras generaciones para mitigar un poco mi sed. Una de las jardineras será mi guarida por unos momentos, en lo que disfruto de mi bebida y de otro cigarrillo -estos viajes hacen que no pare de fumar-. Unas cuantas anotaciones y estaré listo para regresar a mi casa.

Abordo de mi vehículo, escuchando un poco del rock clásico que me fascina, voy cocinando un poco las líneas que llegaré a expresar. El día fue bastante fructuoso, pues se escuchan buenas historias en la fila de esos famosísimos lonches. Igualmente, es curiosa la dinámica familiar que manejan en diferentes lugares. Vastas ideas, todas un tanto confusas. Maquinalmente, enciendo otro cigarrillo para poder aclarar la cabeza -y los pulmones se quejan-, en lo que me acerco al final de la jornada. El día transcurre con las ideas finalmente plasmadas. El sofá vuelve a ser mi guarida, he vuelto a mi hogar. Planeando la siguiente salida, ahora será bueno recorrer los alrededores cercanos, pues vivo en una colonia repleta de parques, a pesar de que no se vea mucha gente en ellos. Un último cigarrillo después de bañarse, y a la cama. Fresquecito, a dormir.

2 comentarios:

dyanna dijo...

I like your blog.I'm waiting for your new posts.

Eva Bertlen dijo...

Eitales, cuanto tenía sin pasar por aquí! me identifiqué con la entrada.


Saludos