Precisamente por el hecho de que me encuentro aquí
es el por qué de que no te puedo encontrar.
Desde aquella vez que te vi por primera vez,
no he dejado de pensar en ti.
Desde ese preciso momento en el que nuestros ojos se conocieron
no dejo de hablar de ti,
y desde el día en que nuestros labios se encontraron
mi corazón no deja de latir por ti.
Es necesario que confiese todo esto que siento,
porque ya no estás junto a mí,
decidiste partir de mi vida
para buscar nuevos horizontes,
encontrar una mirada y unos labios más tiernos que los míos;
unas palabras que te expresen de mejor manera
todo lo que mi corazón declaraba que sentía por ti.
Te fuiste, fulminantemente,
tomando la decisión precipitadamente sin siquiera decir adiós
ni aún un por qué.
¿Por qué te fuiste?,
¿por qué me has dejado en el abandono, con todas mis ilusiones agonizantes? No conozco el por qué, pero alguna razón tendrás.
Tal vez más grande que el amor que todo mi ser te llegó a jurar
y que tu boca fingió aceptar.
Ahora me encuentro aquí, de nuevo solo,
con mi corazón en mis manos,
buscando alguna razón para sacarte de mis pensamientos
y así encontrar a alguien que sepa valorar
todo lo que hay dentro de mí
y desdeñe a la bestia que encierra el más bello sentimiento humano: el amor.
Recuerda solo esto: no me arrepiento de nada de lo que he hecho,
no voy a olvidar todos esos momentos
en que me hiciste sentir dichoso,
todos esos momentos en que el amor se manifestó
antes de que el último pétalo cayera.
Aquí es cuando me despido, volveré a mi sueño eterno,
esperando que regreses y decidas aceptar
todos los prodigios que mi corazón te quiere brindar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario